Actualizado Viernes, 06-03-09 a las 10:48
Las posturas fueron claras, unas en contra de la torre que Pelli diseñó para la sede de Cajasol en Puerto Triana y otras a favor, pero la más contundente fue, sin duda, la expresada por el catedrático de Arquitectura y académico de honor Eleuterio Población. Fue el encargado de abrir la sesión que ayer celebró la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, donde concluyó su intervención con un llamamiento contra la torre Pelli: «Hay que ayudar a la Unesco y a Icomos para paralizar el proyecto, para que cambie y se adapte a la escala de la ciudad».
Población recordó que la Unesco «ya ha tomado la batuta» para paralizar torres en Colonia, Oviedo y Praga y recalcó su «total oposición» hacia lo que consideró una «herejía técnica». Explicó que el rascacielos rompería desde lejos la silueta de la ciudad, dejando empequeñecidas las chimeneas del Monasterio de la Cartuja y convirtiendo la Giralda en un «forúnculo».
El arquitecto, consciente de que su opinión se considerará anclada en el pasado, dijo que «no todo lo viejo es bueno». Ello no le restó ánimos para pedir al Ayuntamiento y a la Comisión de Patrimonio que protejan a Sevilla de «incursiones pseudo arquitectónicas» y de profesionales «que no la han sabido comprender, porque la mayoría se ha formado en escuelas de brutalismo arquitectónico». Sólo el «capricho» puede justificar la edificación de la torre Pelli, a juicio de Eleuterio Población, quien dijo que se trata de un «icono del poder económico» y destacó que en el planeamiento urbanístico de Sevilla es fundamental «la escala y la armonía de los edificios y los materiales».
Tras recordar que sus trabajos fueron pioneros en sostenibilidad e incorporación de elementos bioclimáticos, Población repasó los inconvenientes de construir en altura, como la peligrosidad tanto en caso de incendio como de fenómenos sísmicos o el mayor coste. En su opinión, sólo la escasez y carencia de suelo justificarían el proyecto de Pelli. Dijo que en la Cartuja no se dan ninguna de estas dos circunstancias.
Variados fueron también los argumentos en contra del rascacielos que expuso Ramón Queiro, catedrático de Arquitectura y académico, quien ofreció una gama de pros y contras aunque evitó cerrar su postura. Ante todo, destacó los problemas de accesibilidad que el proyecto de Cesar Pelli supondrá en la zona. Por ello exigió el «compromiso firme de Ayuntamiento y Junta», para que las infraestructuras anunciadas para dotar a la zona —líneas 2 y 4 del metro y pasarela sobre el río— estén operativas antes de que comience la obra. «El actual problema de tráfico justificaría el aplazamiento de las obras», sentenció.
Queiro anotó como factores positivos del proyecto: la inversión en tiempo de crisis, lo que supondría de emblema para la capitalidad de Sevilla, dotar de un hito a la ciudad y que la torre se acomoda al entorno en el que ya existen otras como la Schindler. Añadió que de las cuatro propuestas que se presentaron al concurso, la elegida es la más respetuosa con el entorno, pues «desde parámetros visuales, el lugar no parece mal; la torre no violenta el entorno».
Por contra, la altura del rascacielos —184 metros— no es del gusto de este experto. «La edificabilidad —dijo— es producto de un pacto especulativo que no se explica desde el punto de vista urbanístico».
Las voces a favor de la torre las pusieron Miguel Angel Pontijas, responsable del departamento de Arquitectura de Ayesa que colabora en el proyecto, y José María Cabeza, catedrático y académico.
Este último planteó que no hay interferencias visuales entre la torre Pelli y los monumentos Patrimonio de la Humanidad —Catedral, Archivo de Indias y Alcázar—y aseguró, apoyándose en la experiencia de Asia Oriental, que los problemas de los rascacielos en caso de incendio o seismo están resueltos.
Garantizó que se puede generar una estructura de estas características «que sea eficiente desde el punto de vista energético y que resuelva los problemas ambientales». También estimó «el potencial que podemos generar para evocar una ciudad nueva, pujante y diferente».
Miguel Angel Pontijas, por su lado, incardinó el proyecto en el desarrollo del PGOU y subrayó que la torre es sólo una parte del complejo diseñado por Cesar Pelli. Agregó que su construcción permitirá la recuperación de espacios públicos para la ciudad, realizar una nueva pasarela para cruzar el río a la altura de la Puerta Real, poner en marcha el pabellón de la Navegación o incorporar a la zona un aparcamiento de 3.000 plazas.
Emilio Gómez Peñol, catedrático de Historia del Arte, fue el último en tomar la palabra. En su turno cuestionó que el rascacielos sea identificado con la modernidad o aporte una nueva identidad que, dijo, Sevilla con tantos siglos de historia no necesita.
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