¿ El arquitecto Fernando Mendoza lidera un grupo opositor internacional que denuncia que el rascacielos incumple la normativa europea del paisaje
No van a salir a la calle con pancartas ni a gritar frente a la sede de Cajasol. Tratan, sobre todo, de convencer a los organismos públicos de que el rascacielos que ha ideado César Pelli es un «auténtico atropello urbanístico» y un «gesto megalomaníaco». Acaba de nacer la plataforma «Sevillasintorrepelli», un grupo de más de 300 profesionales de todo el mundo y de distintas disciplinas -arquitectura, literatura, teatro, música- que a través de internet y de las gestiones que realizará a diversos niveles institucionales pretende frenar la construcción del edificio, porque «es mejor actuar en estos momentos que lamentarnos luego cuando ya no haya solución».
Fernando Mendoza es el promotor de la iniciativa. Arquitecto y responsable de la modélica restauración de la iglesia del Salvador -por la que recibió el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en 2008-, pensó en liderar una campaña informativa sobre los males del «monstruo» que se levanta a pocos metros del casco histórico tras impartir una conferencia en el Ateneo y comprobar que el proyecto «tiene más agujeros que un colador». «No estamos contra nadie y esto no es un tema político», asegura este amante del patrimonio histórico de la ciudad que en los años 70 luchó contra la construcción de un centro comercial en el Prado de San Sebastián y otros «desmanes» como las viviendas de La Cartuja o la remodelación de la Alameda de Hércules. Su argumentación parte de una premisa fundamental: «El edificio incumple el Convenio Europeo del Paisaje, un documento ratificado por España». Mendoza es un firme defensor de la armonía lineal de las ciudades y abjura de los edificios que buscan protagonismo por su altura. «En 1986 participé en la primera delimitación histórica de Sevilla. Registramos 63 Bienes de Interés Cultural, como la estación de Córdoba o la torre de Don Fadrique. Insistí mucho en la protección de las vistas lejanas». Por tanto, la torre Pelli «destruye por completo el paisaje urbano», puesto que «es bien visible desde el Aljarafe y otros muchos puntos de la ciudad». Para ejemplificar este razonamiento, la plataforma está elaborando fotomontajes en los que se muestra cómo aparece el rascacielos desde 40 calles diferentes. «Ríanse del impacto del puente del Alamillo», subraya. Los dirigentes políticos tratan de «vender» el proyecto como paradigma de la modernidad. Mendoza es claro y rotundo sobre este asunto: «Después del 11-S la gente vio qué son realmente los rascacielos, edificios caros de mantener, con unos problemas tremendos de evacuación en los que los desplazamientos sólo son verticales, con todo lo que esto implica».
Además, «los primeros nacieron en 1880 y llegaron a su plenitud en 1970». Las contradicciones se acumulan: «El PSOE estaba en contra de las torres de Oviedo y de los rascacielos de Málaga y Las Palmas». Llevarán sus quejas a la Unesco y a Aena.
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